La veterinaria de pequeños animales suele estar enfocada a los perros y los gatos siempre van a remolque de estos. En el campo de la nutrición, esto no es distinto, casi todos los estudios se realizan en perros dejando a nuestros compañeros felinos en un segundo plano. No obstante, los gatos no son perros pequeños, nuestros compañeros felinos son muy diferentes en sus necesidades nutricionales respecto a los cánidos y vamos a ver por qué a continuación.

La evolución de estas especies es distinta, pese a que en ambas la convivencia con el ser humano de forma voluntaria ha influido bastante, estas no se han dado de forma simultánea y los roles de ambas especies han sido distintos a lo largo de la historia. Mientras que los perros eran unos aliados de caza y compañía más activos, los gatos eran depredadores de los roedores que rondaban los lugares donde se guardaba el grano.

También es cierto que los perros al han estado ligados a nuestras costumbres más tiempo, por lo que ha habido más generaciones para poder generar cambios en su fisiología y depender menos de los mismos nutrientes que sus antepasados. Esto, sin embargo, con los gatos ha sucedido de forma mucho más sostenida. Los gatos pueden aprovechar nutrientes vegetales que antes no podían, pero tienen dependencia de ciertos aminoácidos, grasas y vitaminas de origen animal, tales como:

  • Taurina: este aminoácido nos resultará familiar por ciertas bebidas energéticas e incluso porque nos suene de la alimentación de nuestros mininos. Es un aminoácido «no estructural», lo que significa que no forma parte de las proteínas como otros. Los gatos pueden sintetizar cantidades mínimas a partir de metionina y cisteína (otros aminoácidos) pero no la suficiente para cubrir las suyas, por lo que siempre necesitan un aporte externo.
  • Ácido araquidónico: este ácido graso de nombre tan complejo es uno de los conocidos “omega-6” que tanto nos llegan en los anuncios de comida humana. Se encuentra en tejidos grasos animales (los vegetales también tienen pero en menor cantidad) y permite la síntesis de unas sustancias llamadas eicosanoides, elementales para el funcionamiento del sistema inmune y la función inflamatoria.
  • Vitamina A: esta puede estar presente en los alimentos en dos formas, de betacaroteno o de retinol. De estas dos, la más básica es el retinol y el betacaroteno son dos moléculas de retinol unidas. Los gatos no disponen del mecanismo para separarlas, por lo que requieren vitamina A en forma de retinol, predominante en tejidos animales. Por su parte el betacaroteno está presente en las fuentes vegetales tales como zanahoria o tomate.
  • Arginina: este es otro aminoácido que pese a ser también esencial en los perros, los efectos de su ausencia son mucho más acusados en gatos. Es esencial en el metabolismo de la urea, por lo que cuando este aminoácido falta, todas las sustancias de deshecho del cuerpo no pueden eliminarse, originando vómitos y puede desembocar en coma y muerte.

Estos son los más conocidos de todos los que hay, pero sin necesidad de ir a nutrientes tan específicos, las cantidades de grasa y proteína que requieren son mayores que las de los perros, en torno a un 50% más. Por ello requieren una alimentación específica para ellos para poder vivir todos los años posibles con la mayor calidad de vida que podamos proporcionar.

Por otro lado, la relación con la comida también es distinta. Es complicado agrupar a todos los perros o gatos bajo el mismo techo, pero hay unas generalidades que se aplican a muchos animales. Mientras que los perros tienen mayor facilidad para variar de alimento, en los gatos es más complicado y, salvo que estén acostumbrados a una variedad de alimentos amplia, son muy selectivos y específicos. También tienen tendencia a comer el alimento en pequeñas tomas (hasta 20) a lo largo del día, como harían en la naturaleza, cazar pequeñas presas a distintas horas.

Tratar a nuestros animales de acuerdo con lo que son y con la ciencia de nuestro lado nos permite proporcionar años de bienestar para nosotros y para ellos.