Muchas veces, probablemente por extrapolación del perro, nos preguntáis si hay que bañar a los gatos y cada cuanto. La respuesta es muy sencilla: no y nunca. Estos son los motivos:
- No existe ninguna necesidad ni beneficio en bañar a un gato, ellos con su acicalado habitual se dejan bien limpios.
- Si los bañamos, especialmente si usamos jabones, aunque sean para mascotas, eliminamos su olor, que es su seña de identidad, y van a sentirse raros hasta que puedan volver a recuperarlo con sus feromonas.
- Normalmente, aunque se dejen, no es una situación agradable para el gato y pretenderán huir.
- Puede perjudicar vuestra relación temporal o permanentemente si el gato asocia una experiencia negativa (el baño) contigo. Además, puede desembocar en problemas de comportamiento o patologías derivadas del estrés.
- Al miedo que le produce al gato estar en el agua habrá que sumarle el secarlo. No debemos dejar que se queden mojados porque esto puede bajarles las defensas y hacerlos más susceptibles a enfermedades. Así que deberemos usar un secador, lo que es mucho más aterrador que el agua para la mayoría de los gatos.
¿En qué escenarios puede no ser una mala idea bañar al gato?
- Aquellos gatos que realmente disfrutan con el baño, es decir, aquellos que se meterían voluntariamente debajo del agua, y que se dejarían secar sin problema. Estos gatos, aunque sean una minoría, entienden el baño como una experiencia relajante y no habría ningún problema en dejarlos que se bañaran, siempre que ellos pudieran decidir cuando salir.
- Gatos sphynx y con prescripción veterinaria en los que está indicado el baño. Determinadas razas de gatos, como el sphynx, se benefician de las terapias tópicas en baño por sus problemas dermatológicos. Al ser un tratamiento a largo plazo es importante que los acostumbremos al baño antes de empezar.
- Si el gato se ha manchado con alguna sustancia tóxica, corrosiva o que le perjudique si la ingiere al acicalarse. Esta situación es evidentemente extrema y muchas veces requiere de manejo veterinario.
Todos los gatos son capaces de aprender y de entender que algo que puede parecer peligroso, en realidad no lo es. Para enseñar a un gato que el baño es una experiencia positiva hace falta mucha paciencia y tiempo. Definitivamente, no debemos meter al baño en la ducha y abrir el grifo, sino que empezaremos presentando un paño humedecido y sesión tras sesión iremos aumentando la cantidad de agua que lleva el paño. A la vez debemos premiar la tranquilidad y no forzar en ningún caso al gato para que aguante. El gato debe ser libre de decidir si quiere o no bañarse.
En resumen, puesto que no existe ningún beneficio directo para el gato, y que es muy probable que sea una experiencia traumática que perjudique su bienestar y vuestra relación, no debemos bañarlo.