Quién no ha oído alguna vez la frase: estos dos se llevan “como el perro y el gato”, refiriéndose al mito de que perros y gatos siempre se llevan mal y que no es posible que ambas especies convivan en paz y armonía. En este post vamos a echar por tierra este mito y demostrar que con unas buenas pautas de introducción y una correcta socialización es posible una convivencia más que buena e incluso pueden ser grandes amigos.

Es típico pensar que un perro y un gato se van a llevar mal por naturaleza. Aunque los dos son animales con instinto depredador, sus pautas de comportamiento son totalmente diferentes. Mientras los gatos, en rasgos generales, son seres sigilosos, silenciosos y de movimientos normalmente precisos, los perros son animales más ruidosos, bruscos y nerviosos. Lo que para el perro es un acto amistoso de intentar jugar, por ejemplo, correr hacia el otro ladrando y saltando, para un gato es un acto extremadamente estresante.

Sin embargo, también hemos oído decir a muchos propietarios que tienen tanto gato como perro presumir de que ambos miembros de su familia son grandes amigos. Entonces, ¿es posible esta convivencia?, ¿pueden convertirse gatos y perros en buenos amigos? La respuesta es: por supuesto, pero con las pautas adecuadas. A la hora de  comenzar la convivencia en una misma vivienda de un gato y un perro debemos consultar siempre a nuestra veterinaria, ya que nos dará las pautas adecuadas y nos aconsejará cómo hacer la introducción.

El factor individual de adaptación a la convivencia, tanto por parte del gato como del perro, es muy importante. Cabe destacar que, aunque no es imposible, en el caso de un perro que tenga muy desarrollado el instinto de caza, la convivencia puede complicarse mucho.

En una situación perfecta, lo ideal es que ambos se conozcan cuando son cachorros. De hecho, la mayoría de gatos y perros que conviven durante su periodo de socialización (hasta las 7 semanas en gatos y 12 semanas en el perro) tienen una relación muy buena. El hecho de crecer juntos, jugar juntos, acostumbrarse a su modo de comunicarse, sus ruidos, sus movimientos… es muy importante.

Pero, ¿qué debemos hacer si ya se conocen fuera de esta etapa? En este caso será mucho más sencillo si ya han socializado previamente con perros y gatos y han tenido buenas experiencias.  Aun así para realizar una buena introducción y adaptación debemos tener tiempo y paciencia. Debemos seguir una serie de pasos:

  • Preparar un espacio para cada uno: deben estar un tiempo en habitaciones separadas con todo lo necesario: cama, comida, agua, arenero, rascador, juguetes….
  • Introducción de olores: en primer lugar debemos acostumbrar a ambos al olor del otro. Para ello impregnaremos un trapo con el olor del otro y se lo dejaremos para que se familiaricen con él. Si podemos hacerlo antes de que convivan en la misma casa mejor.
  • Presentación indirecta: cuando estén tranquilos con el olor del otro podemos presentarlos durante periodos cortos de tiempo a través de un cristal o una barrera donde se sientan seguros en caso de sentirse amenazados.
  • Presentación directa: para esta presentación debemos elegir un espacio neutral de la casa. Lo ideal es que se realice después de pasear al perro para que esté más tranquilo. Nunca debemos forzar el contacto entre ellos, alguien debe sujetar al perro y el gato debe tener un lugar alto al que huir si se agobia.
  • Respetar los tiempos: los encuentros iniciales deben ser cortos, de como mucho 5 minutos. Conforme veamos el nivel de tolerancia iremos aumentando la duración y el número de encuentros.
  • No dejarlos solos: no debemos dejarlos sin vigilancia hasta que veamos señales de tolerancia y pasen tiempo uno con el otro vigilados y veamos que reaccionan bien.
  • Convivencia: una vez que se toleran y cada uno respeta su espacio comenzaremos la convivencia. En esta etapa son muy importantes varios aspectos:
    • Deben tener comederos y bebederos separados: a ser posible en habitaciones separadas de la casa. Si el perro usa los del gato podemos colocarlos en alto para hacer que el gato pueda comer y beber tranquilo.
    • El arenero del gato: debe estar en un lugar tranquilo y donde el perro no entre habitualmente.
    • Camas y espacios independientes: se les deben proporcionar lugares separados y adecuados para cada especie. Lo ideal es que el gato además tenga áreas de descanso en alto, ya sea mediante torres rascadores, árboles de gatos o muebles diseñados para poner en las paredes.
    • No hacerles competir por la comida: en caso de darles golosinas o premios los daremos por turnos y de forma ordenada.
    • Dedicarle tiempo a ambos: debemos tener nuestro tiempo de juego y caricias tanto con uno como con el otro para fomentar una relación positiva entre ellos. Para ello es necesario ofrecerles la misma atención a ambos y respetar su espacio y forma de ser, jugar con ambos y proporcionales los juguetes adecuados a cada especie.

Cada animal es único y tiene su forma de ser, lo cual puede hacer que, en ocasiones, la convivencia sea complicada, pero con un buen protocolo de introducción tenemos más probabilidades de éxito.