La prevalencia de patologías urinarias en el gato es muy alta, destacando entre estas la enfermedad renal crónica, la más común en el gato. Esta puede condicionar en muchos casos la vida de nuestro felino, por eso es tan importante conocerla a fondo para poder prevenirla en la medida de lo posible.

Para poder entender un poco más de esta patología, debemos comenzar por explicar algunos términos que nos acompañarán durante todo el post:

  • Tasa de filtración glomerular (TFG): es la cantidad de volumen de fluido filtrado por unidad de tiempo en la zona del glomérulo renal. Se suele utilizar como medida de la función renal.
  • Creatinina: es un producto del metabolismo muscular y se elimina a través del riñón. Puede afectarse por la edad y la cantidad de masa muscular.
  • Urea: es un producto del metabolismo de las proteínas. Se elimina a través del riñón.
  • SDMA: es un indicador temprano de enfermedad renal, no sufre alteración debido a la cantidad de masa muscular, por tanto, es una buena opción en determinados casos: pacientes que tienden a perder o tienen elevada masa muscular y gatos con predisposición a patologías renales (por raza).
  • Potasio: este ion se «pierde» más fácilmente que el resto de iones a través del riñón. Además, los gatos con estas patología suelen tener menos apetito y, en consecuencia, el aporte de potasio por dieta es muy reducido, predisponiendo a esta hipokalemia (concentración baja de potasio en sangre).
  • Fósforo: este ion comienza a acumularse en etapas tardías de la enfermedad renal crónica, se asocia con supervivencias más cortas y, según estudios, su nivel en plasma puede predecir la progresión en enfermedad renal crónica.

Que el riñón funcione adecuadamente es vital, tiene multitud de funciones:

  • Excretar desechos (urea, creatinina, fósforo, etc) y excesos del organismo.
  • Mantiene el equilibrio electrolítico.
  • Producción de hormonas para:
    • Producción de glóbulos rojos.
    • Regulación del calcio (huesos, aquí se activa la vitamina D a calcitriol).
    • Control de la presión arterial.
    • Formación de glucosa (gluconeogénesis).

La enfermedad renal puede ser aguda o crónica, y es muy importante distinguirla para poder establecer un adecuado tratamiento y conocer el pronóstico. Sin embargo, en muchos casos es imposible diferenciar en un primer momento si es una enfermedad renal aguda (ERA) o un deterioro de una enfermedad renal crónica (ERC). Es frecuente este último escenario cuando ya existe una pérdida de la función renal y ocurre algo que altera el equilibrio: infecciones del tracto urinario, enfermedades concurrentes que alteren el volumen sanguíneo, patologías endocrinas… Por tanto, nos centraremos en localizar la causa y, en función de la evolución y respuesta al tratamiento, podremos asegurarnos de si estábamos ante una ERA o una ERC que ha sufrido una “reactivación”.

Nos centraremos en la ERC, que como hemos comentado, es la que puede acompañar a nuestros gatos durante años. La incidencia de esta patología aumenta a partir de los 4-6 años de edad, siendo muy elevada en pacientes geriátricos (más de 14-15 años de edad). Normalmente, esta patología es adquirida, pero hay algunas razas predispuestas, como los Persas y Abisinios.

La TFG es una medida útil de la capacidad excretora del riñón y, a medida que la enfermedad renal progresa, disminuye esta. Una forma segura de poder extrapolar la “calidad” de la TFG es la medida de creatinina y la urea. Sin embargo, cuando la creatinina resulta elevada llegamos tarde, pues esta es indicativa de una pérdida de TFG del 75%. Por ello es tan importante hacer controles a los gatos senior, en los cuales podemos incluir el SDMA, que nos indicará, en el caso de estar elevado, que el riñón está fallando en tan solo un 25% y nos servirá para poder anticiparnos a la enfermedad.

Algunos factores que pueden predisponer a la progresión de la ERC son la hipertensión y la proteinuria (pérdida de proteína a través de la orina). Tratar estos dos factores será primordial, ya que la hipertensión produce daño progresivo a nivel renal, además de predisponer a la propia proteinuria. Y la proteinuria daña constantemente los túbulos renales. Un círculo que hay que cortar.

Los gatos con ERC además suelen estar predispuestos a la deshidratación por una menor ingestión de comida/agua, otros pueden beber y orinar mucho (poliuria/polidipsia)… En definitiva, tienen tendencia a un déficit hídrico, por lo que es muy importante estimular la ingesta de agua (aumentando el número de cuencos de agua por la casa o con fuentes), aumentar la cantidad de comida húmeda y, en ocasiones necesitaremos de la cooperación del propietario para administrar fluidos subcutáneos en casa.

Esta enfermedad presenta 4 estadios según: el valor de creatinina, cantidad de proteína que elimina en orina (ratio UPC), la presión arterial y el SDMA. Su clasificación facilita al veterinario instaurar un tratamiento y, sobre todo, conocer el pronóstico del paciente. Es una enfermedad progresiva y la función del riñón no es recuperable, por lo que el tratamiento será decisivo para intentar frenar la progresión y poder brindar calidad de vida a nuestro gato.

Una vez diagnosticada la enfermedad renal crónica debe ser evaluada, tratada y, lo más importante, deben hacerse revisiones periódicas para poder detectar cualquier complicación. La implicación del propietario es necesaria y, para poder garantizar una buena calidad de vida a nuestros peludos, la comunicación entre propietario-veterinario es esencial.