Las dietas BARF consisten en dar alimentos sin procesar, es decir, crudos. Se basan en que son más “naturales” y los gatos están diseñados para comer alimentos en este estado. No obstante, al no tener ningún tipo de tratamiento, todas las bacterias y parásitos de la carne siguen intactos y vitales. ¿Cuánta verdad tiene esto? ¿Conllevan algún riesgo estas dietas? Continúa leyendo.
Conceptos y motivaciones
Las dietas crudas son una tendencia iniciada en 1993 por Ian Billinghurst, un veterinario australiano que ni siquiera estaba reconocido como especialista en nutrición. Esta fue inicialmente pensada para los cánidos, pero se terminó extrapolando a todas las mascotas. El sentido de esta tendencia, según Billinghurst residía en la adecuación del aparato digestivo de las mascotas para digerir el alimento en este estado, ya que sus antecesores salvajes se alimentaban de esta forma.
También se les denomina dietas BARF, ya que son las siglas de Bones and Raw Food (huesos y carne cruda) o de Biological Adequate Raw Food (comida cruda biológicamente apropiada), pues dentro de la tendencia hay varias vertientes.
Según un estudio realizado en Italia, entre los motivos que impulsan a los cuidadores a realizar este tipo de alimentación se encuentran: el respetar la “naturaleza carnívora” del animal, confianza en que mejorará la salud de su mascota, han tenido algún problema con otros productos comerciales o simplemente no confían en la comida comercial de mascotas. Paradójicamente, el 43% de los encuestados notificaron problemas digestivos en sus mascotas al pasar a este tipo de dieta (1).
Hoy en día, sigue habiendo tutores que consideran esta opción alimentaria como la mejor para sus mascotas pese a que la ciencia ha advertido de sus riesgos y la comunidad veterinaria siga a la espera de estudios científicos fiables que demuestren esas ventajas que tanto se le atribuyen (2).
Comprendiendo la naturaleza del gato
La domesticación del gato es un proceso que ha tenido miles de años de historia (concretamente 10.000 años, iniciándose esta en el creciente fértil) y el paradigma al que se enfrentaban esos animales ancestrales o los propios gatos salvajes del presente y los felinos actuales son muy diferentes (3).
Los gatos en vida salvaje tienen la única finalidad de reproducirse lo antes posible, siendo muy habitual que mueran con menos de un año de edad. Esta estrategia es muy útil de cara a perpetuar la especie. Para este propósito no requieren una alimentación equilibrada, solo la suficiente para poder procrear sin importar si después vive o muere. Prueba de esto son varios análisis realizados en presas completas comercializadas, mostrando que estas eran, en algunos casos, deficitarias en ciertos aminoácidos y que ninguna de ellas tenía un perfil de ácidos grasos que satisficiera las necesidades mínimas de los gatos (4, 5).
Sin embargo, la vida en nuestras casas no tiene la misma finalidad. En la mayoría de los casos, los gatos viven sin reproducirse, durante más tiempo y con la mayor calidad de vida posible (llegando en algunos casos a sobrepasar los 20 años). Gran parte del mérito de esta proeza se debe al gran conocimiento científico de las necesidades nutricionales de los felinos y a la tecnificación de su alimentación.
Entonces, pese a estar basada en un argumento falaz y fácilmente desmontable científicamente, ¿por qué sigue utilizándose? Porque comercialmente funciona muy bien. Se basa en dar una opción “natural” de alimentación, lo cual no significa nada de cara a la nutrición (6), pero como reclamo de venta es muy eficaz y muy utilizado. Su efecto se ha demostrado en un estudio realizado por el Departamento de Psicología de la Universidad de Pensilvania, el cual mostró que ante dos productos iguales los clientes seguían teniendo preferencia por el que se vendía como “natural” (8). Por ello, todas las marcas comerciales que distribuyen estos productos utilizan esta palabra indiscriminadamente, tanto en sus anuncios en redes como cuando contestan dudas a sus potenciales compradores.
Riesgos de las dietas BARF
1. Nutricionales
La formulación de estas dietas comúnmente se hace en porcentajes de peso de carne, vísceras y hueso. Es una pauta marcada en función de los ingredientes y no de los nutrientes. La digestibilidad o composición nutricional de los ingredientes es secundaria, lo cual hace que, en muchas ocasiones, sean desequilibradas e incompletas (9, 10). Como se ha mencionado con anterioridad, las presas de estos animales en estado salvaje son incompletas nutricionalmente, por lo tanto, es normal que realizar una dieta que intente emular esta sea de baja calidad igualmente (4, 5).
En ciertos casos, un animal puede tener una vida aparentemente normal con algún desequilibrio nutricional. No obstante, en muchos casos esto conduce a enfermedades en los felinos, siendo uno de los más claros gatos sin factores de riesgo previos alimentados con una dieta a base de conejo que desarrollaron insuficiencia cardiaca por falta de taurina, ya que las cantidades de este aminoácido son muy bajas en esta carne (11), irónicamente, esta sería una presa típica de los felinos en estado salvaje.
No obstante, las carnes que se utilizan en la formulación de estas dietas no son similares a las que estos animales comerían en estado salvaje (lo que contradice la premisa sobre la cual está edificada la tendencia), sino que son piezas con una mayor cantidad de grasa y cuyas partes indigestibles (que actuarían como fibra en el animal salvaje) son menores (12). No es habitual ver un grupo de gatos salvajes cazando una vaca en el campo, pero utilizar la ternera como fuente de proteína en estas dietas sí. Estos ingredientes tampoco se libran de causar deficiencias a los felinos, siendo deficientes en ácidos grasos esenciales (13).
Posiblemente, muchos de estos problemas tengan origen en la desconfianza de los partidarios de esta alimentación a los veterinarios, ya que solo el 8% de los usuarios acude a uno para la formulación (1).
2. Sanitarios
El fuego fue dominado hace cientos de miles de años, desde entonces su uso para cocer los alimentos ha contribuido a la seguridad de los alimentos, ya que el tratamiento térmico destruye gran parte de los parásitos y bacterias del alimento. Sin embargo, en el alimento crudo, al carecer de procesado, todos estos patógenos se mantienen vivos y son ingeridos. Ante esto, las respuestas habituales por los partidarios de este tipo de alimentación varían entre dos opciones: o bien mueren al congelarse la carne o lo hacen con el ácido clorhídrico del estómago. La evidencia científica muestra que ambas son falsas. El congelado solo mata a parte de los parásitos y las bacterias en el descongelado recuperan su población inicial (incluso aumentan por la mayor actividad de agua del alimento descongelado). Por otro lado, la teoría del ácido del estómago solo se ha demostrado de cara a evitar infecciones ascendentes en el páncreas. Las bacterias de estos alimentos pueden generar enfermedades y son eliminadas en las heces (14, 15).
Estos patógenos son muy variados, siendo los más habituales: Salmonella, Campylobacter, E.coli, Taenia, Sarcocystis y Toxoplasma (12, 15, 16). Es por este motivo por lo que la AESAN (Asociación Española de Seguridad Alimentaria) no garantiza la seguridad del alimento si no está cocido (17).
Se podría pensar que los productos crudos preparados que se comercializan están exentos de riesgo. No obstante, uno de los casos más preocupantes ocurrió en Reino Unido con Mycobacterium bovis, causando tuberculosis felina e incluso humana debido al consumo de una dieta cruda comercial (12, 18).
3. Zoonosis
Una zoonosis es una enfermedad transmisible entre animales y humanos. Muchas de estas han sido de las pandemias más conocidas de la humanidad, como la peste negra o la gripe aviar recientemente. La carne cruda contiene bacterias y parásitos causantes de estas enfermedades tales como Salmonella, Campylobacter, Sarcocystis, Taenia, etc. (16). Todos estos son transmisibles a humanos. Esta transmisión se puede dar de dos formas: por el manejo de las heces del animal alimentado con BARF o por la manipulación de su propio alimento (rutina peligrosa que se realiza varias veces al día).
El principal problema es que es difícil de trazar el riesgo, ya que los cuidadores de mascotas no suelen asociar una enfermedad de su animal a la posibilidad de contraerla. Por otro lado, una de las motivaciones para administrar dietas crudas es que creen que es una opción más sana para su animal (1), motivo por el cual, en caso de contraer una patología asociada a esta alimentación, no serán conscientes de ello.
Por otro lado, cuando nuestro animal tiene una diarrea, rara vez conocemos el agente etiológico, ya que el tratamiento va destinado al cese de esta. No obstante, se ha demostrado que los animales alimentados con BARF eliminan más bacterias zoonóticas que los alimentados con pienso (19); así como la mayor presencia de estas mismas bacterias en el alimento crudo (20). Por todo esto, la alimentación con dietas crudas se considera un factor de riesgo considerable en la expansión de estas zoonosis (21) y muchos organismos sanitarios y veterinarios a nivel mundial desaconsejan su consumo como FEDIAF, WSAVA o FDA (22, 23, 24).
4. Resistencias a antibióticos
Este problema causa más muertes en España que los accidentes de tráfico y se espera que para 2050 sea la principal causa de mortalidad del mundo (25, 26). La ausencia de cocción hace que el alimento tenga más bacterias y que mayor parte de estas sean resistentes respecto a alimentos cocidos (20). Las resistencias son cada vez más habituales en estos productos, siendo especialmente alarmante un estudio realizado con comidas crudas comerciales en España y Portugal. En este se vio que en el 100% de las muestras había bacterias resistentes a los antibióticos eritromicina, estreptomicina, cloranfenicol y tetraciclina; 93% resistentes a ampicilina y ciprofloxacino; 79% resistentes a gentamicina y un 50% resistentes a linezolid, el cual ni siquiera está autorizado para su uso en animales en muchos sitios (27).
Al ser más bacterias y con más resistencias, la probabilidad de que se integren en el microbioma es mayor. Tal es la importancia de este suceso que se ha demostrado que las dietas BARF contribuyen a la expansión de estas, siendo un factor de riesgo de cara a tener microbiota resistente a estos fármacos, de los que nuestra vida podría depender en un futuro (28).
5. Impacto ambiental
La carne es un alimento cuya producción requiere una gran cantidad de tiempo, energía, espacio y vidas de animales (29). Por ello, su consumo debe ser responsable. Teniendo en cuenta que a diario millones de personas padecen hambre o viven en una situación alimentaria precaria (30) o que directamente no tienen acceso a estos alimentos, hace más importante aún evitar su derroche.
Entre las necesidades de los gatos, las proteínas son importantes y se requieren en abundancia. Porcentualmente los mínimos descritos están entre un 25 y un 30% de su ingestión sin contar el agua (31). Una vez excedido ese porcentaje, los aminoácidos se destinan a su catabolismo, convirtiéndose en glucosa mediante la gluconeogénesis o siendo convertidos directamente en productos de desecho y posteriormente excretados. Esta misma glucosa, los gatos la pueden obtener de otros ingredientes como tubérculos o cereales, los cuales son ecológicamente más sostenibles y no les suponen los problemas que las dietas crudas sí dan.
Pese a que establecer una causalidad entre la administración de estas dietas y el hambre del mundo sea osado, esto no debe ser un motivo para derrochar en nuestra vida diaria con la alimentación de nuestros felinos. Un mundo en el que todos los gatos domésticos se alimentasen así sería ambientalmente insostenible.
Conclusiones
Un gato doméstico no es uno silvestre, ni su antecesor salvaje, por lo que sus necesidades son propias y no extrapolables de otros animales. Cualquier cambio en la forma de alimentarlos debe ir precedido de estudios científicos y no de marketing e intereses económicos.
Pese a que en origen las dietas BARF fueron propuestas por un veterinario, ya el mismo año de su publicación comenzaron a verse lo primeros problemas asociados a ellas (32, 33). Hoy, casi 30 años después de su inicio, la bibliografía disponible es mucho mayor y somos más conscientes de sus riesgos. Por otro lado, el mercado de la alimentación de mascotas sigue diversificándose con el objetivo de captar clientes y generar beneficios. Parte de esta diversificación ha acogido a esta tendencia como objetivo con todos los riesgos que conlleva.
Los veterinarios no solo ponemos inyecciones y pautamos pastillas. Somos profesionales de la salud animal, en la cual entra la alimentación. Por ello, ante una tendencia que es perjudicial para el animal, el dueño e incluso la salud pública es nuestra obligación informar a los cuidadores de los peligros de estas modas.
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