“El Jardín de las Delicias”, El Bosco (1450 – 1516)
El Jardín de las Delicias es un famoso tríptico pintado a finales del siglo XV, por el holandés Hieronymus Bosch, más conocido como El Bosco, que podemos ver en el Museo del Prado. Se dice que no hay pintura más enigmática, fascinante, misteriosa y atrayente en la Historia del Arte. El gato es el único animal que podemos ver en cada uno de los tres paneles (sin contar los pájaros que están por todas partes).
En el panel izquierdo llamado “El jardín del Edén”, aparece un felino atigrado en la parte inferior, junto a Adán y Eva, acaba de cazar un ratón, y como es usual en estos casos con un andar pausado, lo lleva en la boca hacia un lugar donde pueda dejarlo solo ante su vista para ver sus movimientos y darle presa una y otra vez. Su aspecto es tranquilo e inocente, con el rabo enhiesto y las orejas de punta, indiferente a lo que ocurre a sus espaldas.
En el panel central, titulado “El jardín de las delicias”, vemos a un gato situado en el estanque de las doncellas, más esbelto y seductor. Ocupa una posición privilegiada en la composición, quizá porque se consideró un animal especial por muchas culturas, tiene un símbolo mágico: un cuerno. Sobre su lomo lleva a un grupo de hombres y mujeres desnudos paseándolos alrededor del estanque, como hacen el resto de animales, que al final serán conducidos al Infierno, que está representado en el tercer panel de este tríptico, donde la lujuria es castigada.
En este tercer panel, aparece un gato de aspecto demoníaco que está infligiendo un castigo a uno de los pecadores que se halla dentro de un tambor que toca haciendo un ruido infernal.
Quizá el gato fue elegido por el autor, representándolo una única vez en cada panel, por ser un animal que puede evocar la bondad, la exquisitez de movimientos, así como la maldad y la lujuria en momentos de la historia y en sus representaciones artísticas.