Creo que existen muchas formas de ser madre. Tener descendencia es la forma principal de serlo, pero no es la única.

Puedes ser la “madre” en tu grupo de amigos y eso es sinónimo de que te preocupas por ellos. No eres una madre literal, pero sí en espíritu. También puede ocurrir que no puedas tener hijos o simplemente decididas no tenerlos, y eso tampoco significa que nunca vayas a ser madre.

Una es madre en el momento que adquiere un compromiso con su corazón con respecto a otra vida y no necesariamente tiene que ser humana. Cuando adoptas un animal te conviertes automáticamente en su fuente de cariño, alimento y cuidados, sufres cuando no está bien y siempre quieres lo mejor para él. Le dedicas todo el tiempo que puedes, le enseñas lo que está bien y lo que está mal, jugáis juntos y aprendéis el uno del otro. Y siempre tienes la sensación de recibir más de lo que das.

Se dice que hasta que no se tiene un hijo no se conoce el amor de verdad, el que te llena el alma. Pero también es cierto que el que no ha amado a un animal no puede imaginarse lo que es. Y en el momento que lo sientes por primera vez comprendes que te estabas perdiendo algo maravilloso que es capaz de sacar lo mejor de ti.

Quizá tú no te sientas madre, pero tu gato sí se siente hijo. Eres su referente y siempre va a acudir a ti cuando lo necesite. Y eso, querida, es ser madre.