Cada gato es único, eso lo tenemos más que claro, pero… ¿qué determina que nuestros gatos sean como son?
La genética que heredan de sus antepasados determina su color, su tamaño e incluso parte de su temperamento entre muchas otras cosas. También sabemos que el entorno en el que nuestros gatos crecen y viven es determinante para que tengan una buena salud mental y física. Las experiencias que viven desde pequeños influyen en la forma en la que se comportarán en el futuro. Por ejemplo, vivir en un entorno libre de estrés dará lugar con mayor probabilidad a gatitos sanos y felices. Mientras que crecer con miedo puede llevar a que los gatitos tengan problemas de socialización en el futuro. Sin embargo, no siempre ocurre así, y muchas veces nos encontramos gatos que, aunque sean rescatados, tienen un comportamiento perfectamente normal.
La pieza que falta se llama “epigenética”, son los cambios que se producen en el ADN por el efecto del entorno. Estos pueden hacer que se expresen o se inhiban determinados genes en el gato, pueden producirse desde antes de nacer y durante el resto de su vida. Aunque no tienen por qué crear cambios permanentes en el ADN, sí que pueden ser heredables y, por tanto, pasar de padres a gatitos. Esto tiene una gran ventaja, que es prepararlos antes de nacer para el entorno al que van a llegar.
¿Qué puede causar una modificación epigenética?
- La alimentación
- Productos químicos y contaminantes
- El estrés
- Emociones positivas, como el amor…
- El ejercicio
Algunos cambios son beneficiosos y otros perjudiciales. Por ejemplo, imagina una gata preñada que vive en un entorno impredecible, con mucho tráfico de coches y gente poco amable. Ese nivel de ansiedad provoca cambios epigenéticos en ella y en sus gatitos en lo que se conoce como “estrés prenatal”. Los gatitos nacerán con habilidades para sobrevivir en ese ambiente, por lo tanto, es bueno para ellos, pero si los cambiamos de ambiente serán gatitos con miedo a personas, especialmente a los pies, movimientos rápidos y ruidos fuertes, ya que está en su ADN actuar así para vivir. Si tomáramos a esos gatitos y los llevásemos a un entorno controlado, libre de estrés y con contacto positivo constante, podremos revertir en parte el efecto de los cambios epigenéticos con otros, pero es posible que su temperamento tienda a ser miedoso antes que confiado, aunque podrían ser perfectamente felices si se respeta su espacio.
Por tanto, no sólo es la genética y las vivencias aprendidas, sino también los cambios moleculares que produce el entorno en los genes de nuestros gatitos, lo que determina que sean ellos mismos.