La tiña es una enfermedad infecto-contagiosa producida por hongos llamados dermatofitos que infectan la piel, pelo y uñas. El nombre científico de esta enfermedad es dermatofitosis y es bastante común en la clínica felina.
¿Qué causa la tiña?
Dentro de los dermatofitos que causan la tiña los más comunes son Microsporum spp y Trichophyton spp., aunque en los gatos el 90% de los casos son causados por Microsporum canis. Estos hongos se reproducen a través de esporas que viven en el ambiente y son muy resistentes (incluso años) en condiciones ambientales. Un pequeño porcentaje de gatos, sobre todo los que viven en colonias o en la calle, pueden ser portadores de esas esporas y no llegar nunca a desarrollar la enfermedad, ya que realmente se necesitan diversos factores predisponentes para que dichas esporas se multipliquen y produzcan la enfermedad.
¿Qué gatos pueden padecer la tiña?
De manera normal, los gatos eliminan las esporas con el acicalamiento, por lo que no se alcanza una cantidad suficiente para producir la enfermedad. Sin embargo, existen determinadas circunstancias en las que es más común:
- Gatos que tienen otras enfermedades de la piel como: alergias, dermatitis, atopia ambiental… donde la piel está dañada y el hongo tiene más opciones de crecer.
- Gatitos pequeños, desnutridos y con mal crecimiento en los cuales su sistema inmunitario no esta lo suficientemente desarrollado para evitar que el hongo se multiplique y se produzca la enfermedad.
- Gatos mayores, con enfermedades crónicas o con el sistema inmunitario debilitado por la edad.
- Gatos con otras enfermedades como leucemia o inmunodeficiencia felina que impliquen cierto grado de inmunodepresión.
- Gatas gestantes.
- Gatos que han sufrido o sufren de estrés, ya que este produce la liberación de cortisol y, por tanto, una inmunosupresión como consecuencia.
¿Qué lesiones produce?
Una vez que el dermatofito comienza a reproducirse, aparecen las primeras lesiones. Estas son típicamente: redondeadas, con ausencia de pelo, piel enrojecida y descamada. Suelen situarse sobre todo en zonas de la cabeza (orejas, cara y hocico) y, a consecuencia de la forma de acicalarse del gato (restregarse las patas delanteras humedecidas con saliva por la cara), también aparecen en las extremidades anteriores. Sin embargo, las lesiones de tiña pueden manifestarse por todo el cuerpo o no ser tan típicas al principio y confundirse con otras enfermedades de la piel.
¿Puede afectar a las personas?
Sí, la tiña es una zoonosis, eso quiere decir que se transmite entre animales y humanos. En las personas produce al principio unas lesiones redondeadas en la piel que acaban dibujando un surco y formando un cráter. Es extremadamente pruriginoso, es decir, causa mucho picor, y puede tardar semanas en desaparecer por completo.
¿Cómo se diagnostica?
Para llegar a un diagnóstico rápido en consulta podemos pasar la lámpara de Wood o de luz ultravioleta por las lesiones. La mayoría de dermatofitos producen una fluorescencia verde intensa debido a los metabolitos de desecho que producen al crecer. Aunque hay que tener en cuenta que no todos los tipos de dermatofito la producen, por lo que no es una forma definitiva de diagnosticar la enfermedad. Para ello se debe realizar un cultivo de pelos de las zonas infectadas del animal.
¿Cómo se trata?
Una vez que diagnosticamos tiña en un gato, sobre todo, ¡que no cunda el pánico!. Sí, es una enfermedad contagiosa y se puede transmitir a otros animales de la casa y a los humanos, pero con un buen tratamiento, una correcta desinfección del ambiente y un buen manejo del animal, todo se soluciona. Debemos aclarar que no todas las personas en contacto con un gato con tiña se infectan, todo depende de nuestro sistema inmunitario.Por otro lado, las esporas se eliminan con un buen lavado de agua y jabón, por lo que con una buena higiene seguramente evitaremos la infección.
Una vez que comenzamos el tratamiento del gato infectado, los hongos dejarán de crecer y, aunque las lesiones tarden en desaparecer y el pelo tarde en crecer, el gato dejará de ser infectivo en unos 10-15 días. El tratamiento correcto lo pautará el veterinario en función de las lesiones y la edad del gatito, pero consiste en una combinación de: limpiezas con clorhexidina, baños con champús fungicidas, pomadas tópicas y tratamientos orales con antifúngicos como el itraconazol en los casos más graves.
Siempre habrá que descartar la presencia de otras enfermedades como leucemia e inmunodeficiencia, enfermedades de la piel, tratar parásitos externos como ácaros y pulgas que dañan la dermis y enfermedades crónicas en gatos mayores. Además, se deberá descontaminar el hogar del gato infectado, así como los juguetes y camas mediante métodos físicos como lavado o aspirado y, para las superficies, se pueden emplear productos químicos como la lejía.
En el caso de que el gato infectado viva con otros gatos, lo normal es que estén infectados aunque no desarrollen la enfermedad, por lo que se recomienda comentarlo con el veterinario para comenzar un tratamiento tópico mediante baños para eliminar la mayor carga de esporas posible.
Finalmente destacar que, a pesar de que la tiña es muy contagiosa tanto para otros animales como para los humanos, es un proceso autolimitante, por lo que con un buen manejo en la mayoría de los casos no supone ningún problema.