Seguramente te choque el concepto de “gato vegano”. Al igual que ya ha pasado con otras tendencias de alimentación humana, esta también ha pasado a la alimentación felina y son muchas las dudas e inseguridades que generan entre los consumidores. La pregunta es evidente: ¿puede un gato estar alimentado con una dieta vegana? Respuesta corta: ¡no! Respuesta larga: quédate leyendo.
Intentemos hacer tabla rasa y estudiar el qué, cómo y, sobre todo, por qué no podemos tener dietas veganas en gatos. ¡Comencemos!
¿Qué significa “vegano”?
Se entiende por vegano o vegana, aquel que practica el veganismo. Esta es una actitud basada en rechazar el consumo de alimentos de origen animal. No solo incluye a la alimentación, sino a cualquier producto como por ejemplo textiles o bisutería (lana, piel, perlas, etc.).
Esto limita la disponibilidad de alimentos que se pueden utilizar, ya que no solo se excluye la carne y el pescado, sino que tampoco se pueden emplear lácteos, huevos o miel. La foto mental que nos llega instantáneamente es la de una dieta únicamente basada en productos de origen vegetal e indudablemente estos suponen el grueso de la alimentación. No obstante, tambien se pueden consumir productos de origen fúngico (setas) y los más importantes, como veremos más adelante, productos de origen bacteriano.
¿Por qué gatos veganos?
El mercado de la alimentación de pequeños animales está en continuo crecimiento. Esto genera que cada vez haya más oferta y que las marcas tengan que diferenciarse creando nuevos productos, alegando nuevos beneficios y captando nuevos clientes. Varios ejemplos serían las gamas de productos premium, super-premium, grain-free y ahora, alimentación vegana para gatos.
Pero ¿de dónde nace la demanda de este producto? En una gran encuesta realizada en Alemania muchos practicantes de este tipo de alimentación expusieron como principales razones para iniciar este tipo de dieta motivos relacionados con los animales, seguidos de los relacionados con la propia salud y en tercer lugar los motivos medioambientales.
No obstante, en el caso de la alimentación felina, el contexto es distinto. De acuerdo con un estudio realizado en Ontario, las motivaciones de los dueños que alimentan a sus gatos eran motivos relacionados con el maltrato a los animales de granja, pero a la vez un porcentaje significativo reconocía las dietas veganas para gatos como insanas e incompletas.
Al comparar estos datos, particularmente resulta llamativa la incongruencia de dar un alimento incluso a sabiendas de que es incompleto motivado por la conciencia respecto a los animales de producción. Esto podría indicar que hay una motivación y demanda que pese a ser muy pequeña, sería muy fiel y con potencial de crecimiento según el funcionamiento de estos productos y la conciencia respecto a los animales de producción.
¿Por qué no gatos veganos?
Es muy habitual definir a los gatos como carnívoros estrictos, sin necesariamente ahondar en qué significa. En primer lugar, ningún animal tiene requerimientos de ingredientes, sino de nutrientes. Por ejemplo, los gatos no necesitan alimentarse de carne de pollo, sino que necesitan aminoácidos, ácidos grasos y vitaminas. Es cierto que las demandas nutricionales de los gatos se presentan en unas proporciones más o menos similares a las que pueden tener los productos cárnicos con ciertos nutrientes, pero esto no quiere decir que no sean capaces de obtener nutrientes de fuentes vegetales. La glucosa contenida en el glucógeno de un hígado de ternera es igual que la de un almidón de trigo (siempre que este se haya tratado para que pueda ser digestible).
Otro ejemplo típico utilizado para demostrar que los gatos son carnívoros estrictos serían las grandes demandas de proteína que tienen (un 50% más que los perros). Es cierto que es muy fácil saciar estas necesidades con un producto de origen animal, ya que su cantidad y proporción de aminoácidos esenciales cubre las necesidades felinas, pero hay fuentes de proteína vegetales que pueden ser utilizadas para este propósito si son suplementadas adecuadamente (por ejemplo: gluten suplementado con lisina) o si proceden de variedades transgénicas como la soja, la cual al añadirse ciertos genes de proteínas ricas en metionina, consigue un perfil de aminoácidos comparable con la carne.
Sin embargo, hay ciertos nutrientes que, o bien no se encuentran en tejidos vegetales, como el ácido araquidónico, o que no los pueden metabolizar, como la vitamina A vegetal (β-caroteno), ya que solo pueden aprovechar la animal (retinol). Por varios ejemplos como estos, es por lo que procede la definición de “carnívoro estricto” (y no necesariamente sería carne, sino tejidos animales).
Aquí entra el rol de los ya mencionados productos de origen bacteriano. Gracias a los avances en ingeniería genética, estos microorganismos han facilitado la obtención de muchas sustancias tales como la insulina de una forma increíblemente eficaz. La alimentación de animales no es diferente, ya que gran parte de los suplementos vitamínicos y minerales usados en las dietas comerciales (e incluso las dietas crudas) tienen este origen y, por ello, estos suplementos se venden como productos veganos. Estos contienen vitaminas hidrosolubles y minerales digestibles similares a los que se encuentran en los tejidos animales y sin tener que recurrir a ellos.
Por otro lado, los gatos tienen muchas necesidades de nutrientes muy específicas que son muy complicadas de cubrir con estos productos, como el ácido araquidónico que, además, es muy poco abundante en alimentos vegetales u otras vitaminas liposolubles.
Presente y futuro
Hoy en día, en el mercado español se ofertan dietas veganas para gatos que declaran ser completas y equilibradas. A la hora de reportar si se han ensayado en animales previo a la venta, el argumento más frecuente es decir que están en contra de la crueldad animal y la experimentación. A la hora de ser prácticos, comprar un producto no probado es pagar a la compañía para que lo experimenten con tu animal (esto es aplicable a cualquier alimento, no solo veganos).
Actualmente no se han conseguido dietas veganas con una correcta formulación para gatos (sí para perros, pero ese no es nuestro tema). Muchos de los desafíos y problemas que supone este reto se han ido solucionando, pero a pesar de que el desarrollo tecnológico alimentario vaya salvando ciertas barreras, todavía quedan limitaciones conocidas y seguramente algunas por conocer para poder dar este tipo de dietas a gatos.
Jorge Hernando