Actualmente se diagnostica con bastante frecuencia la inflamación intestinal en nuestros pacientes. La sintomatología típica suelen ser vómitos y/o diarrea que trae, por consiguiente, una pérdida de peso. Los gatos son especialistas en ocultar cuando se encuentran mal y, cuando reparamos en ello, la enfermedad puede estar muy avanzada. En este post nos centramos en el IBD, esa enfermedad que oímos cada vez más y, que su rápido diagnóstico y tratamiento, pueden brindar una buena calidad de vida a nuestros gatos.
El IBD, de las siglas en inglés Inflammatory Bowel Disease, es una inflamación intestinal crónica localizada en la capa mucosa. La causa es una alteración del sistema inmune local del intestino, que altera su tolerancia hacia antígenos bacterianos del microbioma propio y antígenos dietéticos.
¿Cuáles son las causas de esta alteración inmune local del intestino?
- Cambios intensos en el microbioma intestinal.
- Cuadros de gastroenteritis que alteran la barrera gastrointestinal en pacientes con predisposición genética (similar al Síndrome de Crohn en humana).
El microbioma intestinal modula el sistema inmunitario y, al alterarse, se produce una disbiosis que al progresar aumenta la inflamación y la “malignidad” (mayor probabilidad de desarrollar linfoma intestinal). En resumen: disminuye el número de bacterias “buenas” y aumenta el total de bacterias “malas”.
¿Y cuáles son las causas de la inflamación intestinal?
Cuando le diagnostiquen a nuestro gato una inflamación intestinal se deberá encontrar la causa, tener un diagnóstico adecuado es imprescindible a la hora de implantar un tratamiento. La inflamación intestinal suele deberse, normalmente a:
- Intolerancias/alergias alimentarias.
- IBD (inflamación intestinal crónica).
- Linfoma intestinal.
- Puede haber otros agentes como: sobrecrecimiento bacteriano, parásitos, etc.
¿Cómo se diagnostica?
Todas estas etiologías suelen tener la misma sintomatología y misma imagen ecográfica, por lo que sin técnicas de diagnóstico más avanzadas no podremos diferenciarlas. La imagen ecográfica se caracteriza por dos signos, pueden presentarse ambos o solo uno de ellos:
- Aumento del grosor total de la pared intestinal.
- Alteración del ratio muscular/submucosa. Desde la luz intestinal hacia afuera, nos encontramos 4 capas: mucosa, submucosa, muscular y serosa. A medida que nos alejamos de la luz, las capas, de forma fisiológica, van disminuyendo en grosor. Cuando tenemos este tipo de patologías, el grosor de la capa muscular, que en condiciones normales debería ser menor que el de la submucosa, aparece engrosado. Esto se debe a que en esa zona se localiza el sistema inmunológico intestinal y responde ante el infiltrado celular que se está produciendo en la mucosa.
El diagnóstico definitivo de IBD es mediante toma de muestras del aparato digestivo, idealmente de todos los tramos. En esas muestras analizaremos qué tipo de infiltrado celular existe. Primero, conocer si es inflamatorio o es neoplásico; y en el primer caso, conocer qué tipo de infiltrado inflamatorio es: neutrofílico, linfoplasmocitario, eosinofílico…
El IBD más común es el linfoplasmocitario. Hay gatos que tienen IBD y, a la vez, pueden tener un problema de intolerancia/alergia alimentaria, por lo que habrá que abordar ambos problemas a la vez.
¿Cuál es el tratamiento?
El tratamiento de esta enfermedad es variable, dependiendo del estado general del animal, patologías concomitantes y severidad del IBD. El primer paso es instaurar una dieta hipoalergénica y, si tras un tiempo con esta no hay mejoría, se debe valorar la posibilidad de emplear glucocorticoides. En aquellos casos que tampoco responden a los corticoides se puede instaurar el uso de clorambucilo y evaluar el uso de la terapia con células madre.
En cualquier caso, suele haber una respuesta muy positiva, brindando una buena calidad de vida a nuestros pequeños.
Si sospechamos que nuestro gato no tiene una buena salud digestiva debemos acudir a un especialista, para evitar que la enfermedad progrese, complicando el cuadro y, las posibilidades de una respuesta positiva al tratamiento.
Fátima Reina